Tumbada en la arena,
te vi.
caminabas serena,
no volabas,
venías,
ibas y volvías,
te acercabas a mí,
yo estaba quieta,
tú me miraste,
ladeando tu cabecita,
me preguntaste:
¿No hay restos de merienda en alguna parte?
Pobre gaviota;
pareces vieja y cansada;
y yo ya vengo sola,
sin unas migas que darte.
Yo me siento igual…
Sigo mirando las olas…
Unas vienen y otras van.
Sigue buscando, preciosa,
que algo podrás encontrar;
y si no,
acércate a la orillita del mar,
siempre un pececito despistado,
podrá ser un rico bocado,
para reparar tus fuerzas y volver de nuevo a volar…
Volar también quisiera,
como tú, gaviota:
despegarme de la arena y subir.., subir..,
y ser otra,
y bajar sobre las olas…
y soñar y soñar y soñar…
Que también soy gaviota…
Que puedo volar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario